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sábado, 17 de abril de 2010

III. Una teáloga de la espiritualidad de la Diosa: Caitlin Matthews. La Medidora y la Protectora

LA MEDIDORA (la que pone los límites)

Es necesario que existan cauces para dirigir la poderosa energía de la Vigorizadora, y la creación de esos cauces es la función del aspecto limitador de la Diosa.
En el regazo de Ananke (la Necesidad) se encuentra el huso alrededor del cual se sientan sus hijas, las Parcas. El alma extrae sus suerte tomando una piedrecilla del montón de Laquesis, y pasa luego a la presencia de Cloto, la hilandera, para llegar finalmente ante Atropos, la inevitable, que corta el hilo de la vida. Esta imagen mítica pone de manifiesto la naturaleza de la Medidora, la que pone límites. Una función parecida es la que ostentan las Nornas en la mitología nórdica, repartiendo a cada persona su weird o destino.
Todas las formas han de estar definidas. La Medidora, señora de los límites correctos, es también la que juzga, como en la mitología egipcia, en que el corazón del muerto se pesaba en la balanza de la verdad contra la pluma de Maat. También la cara oscura de Temis (el orden natural) está constituída por las Erinias, las Furias, que castigan a quienes contravienen ese orden.
Señora de los ciclos, una de los símbolos de la Medidora es el cambio regular de la luna, con sus momentos de nacimiento, ascenso, plenitud, decadencia y muerte.

"Soy ese mar sin fondo, sin límites, amargo.
Las mareas son mías y responden ante mí.
Mareas de los aires, mareas del interior de la Tierra.
Las mareas secretas y silenciosas del nacimiento y de la muerte.
Mareas de las almas, de los sueños y del destino de los hombres."

Todas las mujeres pueden experimentar el paso de la Medidora a través del ciclo menstrual. Las prepara para la recepción de la vida, las coloca en el terreno de la fertilidad física durante treinta y cinco años y luego las prepara para la fertilidad psíquica que debe seguir a la menopausia.
También se la puede representar como el Tiempo, el limitador por antonomasia. Y se ocupa asimismo de la memoria. Mnemosine, en efecto, guarda las aguas del olvido y del recuerdo. Hace que los que mueren la primera muerte, la del cuerpo, beban para olvidar los recuerdos de su última encarnación, en tanto que a los que mueran la segunda muerte, la de la iniciación, les confiere el don del recuerdo a fin de que pueda aflorar la comprensión.
Después de los dones generosos de la Vigorizadora, la Medidora nos ayuda a definir los límites de nuestra recién descubierta libertad, a fin de que al usarla no dañemos al resto de la Creación ni a nuestra propia integridad. Ella viene para recordarnos la necesidad de autodisciplina.
De su generosidad dependen los límites externos de nuestro destino. Pero no debemos sentirnos abrumadoramente predestindos, pues la Diosa es también renovadora.
Hoy por hoy, el saqueo de la Tierra y sus recursos naturales está haciendo que entre en acción la severidad de la Medidora. Al respecto dice Lovelock:
"Gaia... no es una madre sin autoridad que tolere las malas conductas, ni tampoco es una damisela frágil y delicada asediada por una humanidad brutal. Es firme y dura. Mantiene un mundo templado y cómodo para los que siguen las reglas, pero es inflexible en su destrucción de quienes las transgreden. Su objetivo inconsciente es un planeta apto para la vida. Si los seres humanos lo impedimos, seremos eliminados con tan poca piedad como la que sentiría el microcerebro de un misil balístico intercontinental en pleno vuelo hacia su objetivo."
El propósito de la Medidora es sustentar la vida dentro de los límites establecidos. De nosotros depende buscarla y encontrar nuestro destino. Si somos fieles a nosotros mismos, lo estaremos siendo también a la Medidora del hilo de nuestra vida.


LA PROTECTORA (La que defiende los límites)

La Protectora guarda la creación. Defiende la ley natural, y suele aparecer con franca ira para defender su territorio. Pero su protección transformadora está arraigada en el amor. Así, la Protectora adopta múltiples formas, unas suaves y benévolas, como algunos aspectos de María, otras aterradoras, como Kali en la batalla, bebiéndose la sangre venenosa vertida sobre la tierra por los demonios Asuras, neutralizando así la energía destructiva.
Muchas diosas de distintas mitologías adoptan en determinado momento el modo protector, como Isis cuando esconde de Set a Horus niño, hasta que éste adquiere la fuerza suficiente para combatirlo.
Uno de los papeles principales de la Protectora es el de comadrona y guardiana de la infancia, como la doncella salvaje Artemisa, quien, recién nacida, ayudó a su madre, Leto, en el parto de sus hermano gemelo, Apolo, y era invocada por las parturientas.
Como defensora de la creación, la Protectora actúa a instancias de la Medidora, en ocasiones de manera drástica, como podemos apreciar en nuestra época cuando nuestras transgresiones del orden natural están provocando catástrofes que afectan directamente a nuestra supervivencia.
Pero también aparece como María, protectora de los afligidos, a los que acoge piadosamente bajo su manto.
A la vez tierno y feroz, el corazón de la Protectora es el de una madre cuyos hijos están amenazados, y su energía es la que sienten las madres y padres de recien nacidos, en quienes se despierta un instinto protector amoroso y salvaje.