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jueves, 25 de agosto de 2011

Reflexiones sobre unas reflexiones de Gunther (acerca del buenismo)

La
paradoja
del
ratón
y el
gato.
Sí.
Podría
suscribir todo
lo que dices.
Así
son las cosas.
Y estamos
pringados
de
buenismo
hasta
las
pestañas.
Pero
también
nosotros
somos
lo que es.
También nosotros,
y nuestra
(parcial)
necesidad
de responder
y aliviar
(o agravar,
quién sabe)
el sufrimiento
propio
y ajeno,
formamos
parte
de esa
naturaleza
"roja de sangre y dientes"
(a veces
menos,
cuando
andamos
cerca).
También nosotros,
los humanos,
y nuestro
(ingenuo)
buenismo
(ese
que ha creado
hospitales,
constituciones,
habeas corpus,
derechos humanos,
ONGs
y conceptos como
justicia
y
libertad),
somos
tan
naturales
como
el gato
y el
ratón.
El todo
tiene
matices nuevos
con
nuestra
aparición
y nuestro
(mal encaminado,
casi
siempre)
buenismo
que introduce
(aunque
casi
nunca)
una lucecita
vacilante
y apenas
ridícula
en su
pequeñez
(pero, ¡oh!,
tan
preciosa),
en el
corazón
de las tinieblas.
Así
que
tienes razón
y
tengo
razón
y qué
más
da.
Al fin,
hacemos
lo que
podemos
(que
suele
ser
poco)
y
pasa
lo que
pasa,
y
lo asumimos
-cuán
a
regañadientes-,
y aprendemos
(también
poco
y
a regañadientes)
y seguimos
(con
-eso sí-
una
admirable
tozudez).
Porque
así
somos.

Es
lo
que
hay.

Y
tal
vez
(pero
tal vez
no)
nuestros
ensayos
infantiles
de
empatía
"buenista"
formen
parte
de
un
ensayo
mayor
de la naturaleza
(estos
días
prefiero
no
meter
a Dios
en el
asunto)
para
encontrar
nuevos
caminos.

Que
no
sólo
de
sangre
vive
el
gato.

(Aunque
se
las
trae).

(Ni
de
empatía
el
ratón,
añado).

Y
besos.

(Y
me
mola
la
evolución
que
te
veo
tras
unos
meses
de ausencia
virtual).

Amelia