Me niego
a dejar
(por desánimo,
cinismo,
derrota
anticipada)
mi país
(y mi
mundo)
en manos
de
un puñado
de lacayos
de los
mercachifles,
tipos
que
piensan,
desde su abundancia,
que la solución
está
en hacer
que
la gente
intente vivir (???)
con pensiones
de
cuatrocientos euros
y sueldos
de
seiscientos.
Me niego
a entreger
sin lucha
el poder
(relativo)
a fulanos
de la calaña
de los que
quieren
destrozar
a
golpes
de
piqueta
el legado
de generaciones
y
generaciones
de hombres
y
mujeres
que vivieron,
soñaron,
lucharon,
amaron,
por un mundo
de
libertad,
igualdad,
fraternidad
(la eterna
olvidada).
Me niego
a entregar
a
mis hijos
a un futuro
sin corazón.
Voy a votar
-en plena,
consciente
imperfección-
a quien
al menos
pueda
seguir hablando
de
algo
parecido
(siquiera sea
remotamente)
a la
verdad.
Y después
voy a seguir
hablando
yo
de
ese
algo
parecido a la
verdad.
Y voy a
seguir
soñando
y
amando
y
construyendo,
junto con todas
esas
generaciones
que
fueron,
junto con
todas
estas
generaciones
que compartimos
hoy
(lo que queda
de)
nuestro
mundo,
la vieja,
nueva,
eterna
labor
de la
libertad,
igualdad
y
(sí,
ahora
sí,
apasionadamente
sí)
fraternidad.
A.S.
