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domingo, 13 de mayo de 2012

Más sobre el carácter revolucionario del 15M

Caí en cuenta anoche de que estamos buscando donde no es.
Nos preguntamos incansablemente sobre el carácter de las propuestas e ideario del 15M, su coherencia, su viabilidad... y neti, neti. No es ahí (o no esencialmente ahí) donde está lo interesante, aunque, naturalmente, el asunto tenga su importancia. Pero los contenidos varían según el lugar, el tiempo y las circunstancias
Lo fundamental, lo auténticamente nuevo, está en otra parte. En otra parte difícil de expresar, de traducir en palabras, justo por su ser nuevo y diferente.
El 15M es una acción de forma, un campo mórfico de absoluta novedad, una forma vacía capaz de aglutinar, de materializar, de impulsar, de dirigir,de infiltrar y de orientar acciones de muy diverso tipo.
Su capacidad de contagio es, además, asombrosa.
Desde la emergencia de este campo mórfico en la primavera árabe y su asunción, desarrollo y consolidación en España, se ha extendido como una epidemia dando la vuelta al mundo.
Me recuerda a esos descubrimientos simultáneos en ciencia, a los aprendizajes animales que, no se sabe cómo, se suceden de pronto en poblaciones diferentes, a algo que emerge de un nuevo nivel de conciencia colectivo y que se pone en marcha, imparable, desbordando y desconcertando a las viejas maneras de entender las cosas.
Es un fenómeno nuevo que corresponde a un tiempo nuevo.
En ciertos aspectos, hace pensar en la eclosión de los sesenta, que cambió las mentalidades a nivel global, pero aquéllas explosiones planteaban un mundo alternativo, en tanto que el movimiento que nos ocupa se está infiltrando en el mismo corazón de las sociedades de nuestro tiempo, generando pequeños núcleos-semilla de empoderamiento y ciudadanía, o de ciudadanía empoderada, responsable y autoconsciente, con vocación de continuidad y extensión. Núcleos de personas comunes que han dejado de esperar que alguien (Dios, el Poder, Los Gobernantes o quien sea) les arregle sus asuntos y han decidido hacerlo por sí mismos.
Creo que realmente estamos asistiendo a algo que pertenece a un presente futurizante. Una nueva manera de entender la ciudadanía que trae, además, perfumes de las ágoras griegas, de las luchas obreras, de los movimientos juveniles del siglo veinte, en una síntesis superadora, en un primer ensayo no sólo de una forma de protesta, ni de movilización, sino sobre todo, de una forma de ser y estar en el mundo.
Un primer ensayo de una nueva forma de ser y estar en el mundo.
A lo mejor, sólo a lo mejor, estamos de enhorabuena.
No creo que se le olvide a nadie. No creo que se nos olvide lo que estamos aprendiendo a ser.